Una de las primeras cuestiones que trabaje en mi proceso psicoterapéutico fue el temor a la muerte, no solo la mía sino la de mis seres queridos, la sola idea de pensarlo me llenaba de angustia y desesperanza así que decidí comentárselo a mi psicoterapeuta. Lo primero que descubrí fue que este miedo era algo muy común y totalmente normal y aceptable en los seres humanos, pues la incertidumbre de no saber qué pasará activa automáticamente la alarma del miedo, misma con la que venimos equipados para enfrentar el peligro y prevenir situaciones de riesgo. Muchas veces he escuchado que la muerte es la única certeza de la vida, sin embargo, no saber cuándo pasará o qué pasará después de esta genera incertidumbre.
Lo segundo que aprendí fue que es imposible tener el control sobre todo lo que sucederá, es decir, no se puede saber cuánto tiempo estaremos o estarán nuestros seres queridos en este mundo y es imposible controlar esta parte de la vida, sin embargo, sí podemos decidir cómo actuar ante esta incertidumbre. Podemos elegir pensar y pensar en este miedo, dejando que la ansiedad esté presente en gran parte de nuestra vida, o bien, aceptar que, aun cuando no es posible controlar esta parte, sí podemos decidir cómo aprovechar al máximo nuestro tiempo en esta tierra. Mi terapeuta me enseñó que, aunque no podemos tener certidumbre del tiempo que tendremos con nuestros seres queridos o para alcanzar nuestras metas, sí podemos día con día trabajar por ellas, cuando los seres humanos sentimos que estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para demostrar amor quienes amamos y para lograr nuestras metas enfocándonos en el día a día, entonces podemos aceptar con más tranquilidad la irremediable idea de la muerte.
A continuación, les comparto algunas herramientas para afrontar el miedo a la muerte:
- Demuestra todos los días tu amor a tus seres queridos, esto no significa, evitar los conflictos que acompañan a la vida, ni las emociones de enojo o disgusto, somos seres humanos, no máquinas, lo que quiere decir que estas emociones también son importantes, como ya lo he mencionado en otros artículos, es válido enojarse, pero esto no justifica tratar mal a los demás, si le damos un trato digno a las personas, aun cuando estamos molestos, entonces podremos estar tranquilos con nosotros mismos. Recuerda que para lograrlo es importante aprender a vivir las emociones de forma saludable y actuar solo cuando estemos tranquilos, esto evitará que pasemos por encima de nuestros propios valores o convicciones.
- Ajusta tus metas al diario vivir. Con esto no quiero decir que dejemos de poner metas a mediano y largo plazo, al contrario, establecerlas nos ayuda a sentirnos productivos y aumenta nuestra autoestima y regulación emocional. Significa poner atención a lo que hago diariamente por estas metas y a lo que sí está en mis manos realizar. Un ejemplo del primer caso que les menciono sería con metas como: «Terminar algún proyecto, carrera, maestría, tesis, comprar una casa, etcétera.» En esta clase de metas no podemos asegurar que llegaremos al final pues desafortunadamente o afortunadamente no tenemos certidumbre del tiempo que estaremos disfrutando el regalo de la vida, pero si yo hago mi parte diaria para alcanzarlas, es decir, entro a un curso, comienzo a ahorrar, me pongo plazos diarios para ir avanzando, entonces sentiré que ya estoy trabajando por esa meta y esto sí brinda certidumbre y tranquilidad. En el segundo caso, revisar lo que sí esté en nuestras manos podríamos incluir frases como: «Que no me falte alguien que amo», es imposible decir cuánto tiempo vivirán nuestros seres amados, pero sí podemos decidir mostrarles diariamente nuestro amor, si hacemos esto tendremos certidumbre en nuestras relaciones y eso nos dará más tranquilidad y paz, podemos comenzar a hacer llamadas, visitas y a expresar con palabras o actos nuestros afectos diariamente.
- Alimentar el amor propio, esto implica hacer cosas que nos llenen de satisfacción como salir con amigos, disfrutar de un trabajo bien hecho y de la recompensa de este, agradecer los regalos buenos de la vida, tomar una taza de café, dar una caminata, comenzar a cuidar lo que comemos, ir al cine, escribir un artículo, jugar con los niños, entre muchísimas otras cosas que fortalezcan nuestro yo en cualquier área; espiritual, familiar, profesional, física o psicológica.
Si hoy fuera mi último día me iría satisfecha pues aun cuando sigo teniendo metas a corto, mediano y largo plazo, me siento segura con el esfuerzo diario que hago para trabajar en ellas, así como con el amor que demuestro a mis seres queridos y con las decisiones que tomo diariamente. Por último, me gustaría invitarlos a realizar una revisión de lo que están haciendo desde ya para alcanzar sus objetivos y metas, para mostrarles amor a sus seres queridos y para actuar de acuerdo a sus valores y convicciones respetando las de los demás, esto les ayudará a darse cuenta de lo qué están haciendo para disfrutar de la vida, o bien, lo que no están haciendo y les gustaría comenzar a hacer desde hoy. Deseo de corazón que este artículo les brinde un poco de certidumbre y de tranquilidad, Dios los bendiga e ilumine sus vidas.